Otra noche mágica [Edward]

Acompañada de Edward, legamos a la playa.
La habitual brisa marina despeinaba mi pelo, pero no me importaba.
Jutno a él, me senté en la arena, observando el mar y sus olas.

Suspiré en cuanto nos sentamos. Por suerte el sol ya se había metido y no había luz que me delatara. Le sonreí de soslayo y tomé un respiro.

-De acuerdo, antes de que respondas, u opines o me des una patada, solo...-dije, con tono bajo pero bastante audible- Me gustas Audrey, mucho. Me importas, tal vez demasiado. Me preocupo por ti y no puedo sacarte de mi mente, no importa cuanto lo intente. Por alguna razón que aun no puedo explicar, me es imposible separarme de ti, aunque estoy seguro de que es culpa de mi débil voluntad. No estoy seguro de que hacer, no se lo que puede pasar, y eso, vaya, eso me gusta.

Permanecí callado, esperando una bofetada.

El corazón estaba a punto de exploarme al oir sus palabras.
Sonreí sonrojada, aun sin creer lo que mis oidos escuchaban.
-Yo.. Ed.. La verdad no se que decirte- Dije mirando un instante al suelo y despues a sus ojos.- Lo Único que se me ocurre es que, desde que te ví y me miraste, algo cobró sentido en mi vida, pues asta el dia mas oscuro tenia luz, desde que te ví ese dia en el parque mi mente ha permanecido saturada con tu imagen,tu tambien me importas, y tu tambien me gustas, aunque yo diria que eres mas que todo eso...- Le abrí mi corazón, y supe que aun podria haberlo echo mas. Pero mi timidez lo impedia en ese momento.

Sonreí. Jamás pensé que un simple gesto con las comisuras de mis labios pudiesen expresar tantas cosas juntas.
Toqué su labio inferior suavemente con mi dedo incide, y lo recordé.
La apuesta. El reto.
Hice una mueca, llena de disgusto. Podría explicarselo cuando lo dijera, y así sería. No quería cargar con la culpa.
Como si le echaran leña al fuego, una mujer, de unos 50 años pasó de lado paseando un cachorro.

-No te vayas-le murmuré. Me levante rapidamente y me coloque de lado a la mujer. Le susurré partes de lo que le había dicho a Audrey, en voz sumamente baja ára que esta no me escuchase. Jamas habíamos aclarado detalles.

-¿Que haces?- Dije divertida al ver que se levanaba a hablar con una señora.
Era un chico del cual nunca sabias que esperar, y eso me encantaba

La señora me observó indignada. Exclamó que tenía esposo y por poco me da una bofetada, de no ser que me regresé junto a Audrey.

-Perdona, pero tenía que hacerlo-dije con sencilles, esperando no tener que explicar.

-vale- Prefieria no saberlo, en esos moentos solo me apetecia disfrutar de la magia del momento.- Prefiero no saberlo...- Dije con una sonrisa jugetona.

-Y yo prefiero exactamente lo mismo-dije. Las escasas luces hacían colores bellos, decorando la escena. Deslicé mi mano por su mejilla con extremo cuidado, ansioso de sentir de nuevo el roce de su piel.

Sonreí y acaricié su mano con mi mano, mirandole a los ojos intensamente, intentando llegar a lo mas profundo de su corazón

-¿Tu madre ya está aqui?-pregunté. Aun habían cosas por hacer, pero por fortuna, había tiempo.

-No, estárá aún cuatro o cinco dias mas.... Negocios y trabajo...- Dije con media sonrisa.

-Mmm...de acuerdo-dije. Siendo honesto, aplazarlo me hizo sentir bien. Así podía concentrarme plenamente en ella.

Sonreí de nuevo, feliz.
Dulce.
Me tumbé sobre la arena mirandole desde allí,

Me acosté a su lado, despacio.
Queria decirle todo, queria que supiera todo de mi, hasta lo mas insignificante.
La miré fijamente a los ojos, maravillado.

Sonreí al vele a mi lado, y apoyé una mano en su pecho, para despúes recostar mi cabeza en su hombro.

Besé su cabello e inspiré su aroma. Cierto, hacia tiempo que no me alimentaba. Pero para mi desconcierto, su aroma solo me embriagó aun más, haciendome perder toda noción de tiempo y espacio.

Levantñe un poco la cabeza, para poder mirarle a los ojos, sonreir dulcemente y demostrarle lo feliz que estaba de tererle a mi lado.

Apreté suavemente su mano, sin atreverme a despegar mi mirada de la suya, temeroso de romper el momento.

Cerré los ojos, aquello era como un sueño del que nunca queria despertar. Sonreí ligeramente agarrando su mano con un poco de fuerza, para que no la soltara.

Rocé la punta de minariz contra su frente, a modo de caricia.
Todo su cuerpo emanaba calor, un calor de lo más agradable.

Moria por besarle, pero sabia como era Edward, así qeu preferí esperar que el él lo hiciera, no queria meter la pata.
Acaricié su mejilla
.-Sabes que te sienta muy bien la luz de la luna-? Dije observando su rostro, a milimetros de él.

-No tenía idea, gracias por notarlo-dije, marvillado con el sonido de su voz- ¿Sabías que cada palabra que dices, cada gesto, cada movimiento, me vuelve loco día a día?

Le sonreí con inocencia, como si me disculpara por sentir esas cosas.

Sonreí, con las mejillas un poco sonrojadas.
-No lo sabia, pero espero que enloquezcas lo suficiente como para no dejarme nunca.

-No necesito enloquecer para eso, ya tomé mi desición-dije, sonriendole con dulzura.

-Y cual es?- Dije jugetona, aunque ya la sabia o almenos suponia.